jueves, 20 de abril de 2017

¡Ya tenemos Geologuía!

Os presentamos la guía del Geolodía León 17. 54 páginas a todo color con ilustraciones e imágenes en alta calidad. En ella podréis encontrar el itinerario que hemos propuesto para este año, así como una serie de aspectos y curiosidades relacionados con la formación de la cueva de Valporquero y espectaculares espeleotemas. ¡No te quedes sin tu ejemplar!









martes, 11 de abril de 2017

Valporquero, la magia del agua sobre la roca

El acceso a la cueva se localiza en una dolina nival, también llamada kotlici. La lengua glaciar que cubría la zona durante el Cuaternario, procedente del valle de La Braña (situado al oeste de la cueva), facilitaría la acumulación de CO2 responsable de aumentar la solubilidad de la caliza y la progresiva profundización de la cavidad (Figura 1). 


Figura 1. Valle glaciar de La Braña. La línea roja muestra la forma de artesa característica de la morfología glaciar sobre la que se ha impuesto la incisión fluvial del arroyo valporquero (parte central de la imagen)

Tras la retirada del hielo hace 10.000 años, tendría lugar la incisión fluvial del arroyo Valporquero y la apertura de las galerías que constituyen la cueva. La cueva recorre más de 3. 150 m en dirección este-oeste bajo el pueblo de Valporquero, siguiendo la orientación de los estratos, casi verticales, de la Formación Barcaliente (Figura 2). 

Figura 2. Estratos casi verticales de la Formación Barcaliente a lo largo de una de las galerías de la cueva de Valporquero


Consta de tres niveles, dos superiores inactivos y abiertos al público y uno inferior que corresponde con el curso de aguas actual. La presencia de fracturas, como la que atraviesa el pueblo, y los planos de estratificación han facilitado la entrada de aguas cargadas en dióxido de carbono que han ido disolviendo la roca y aumentando el tamaño de las galerías (Figura 3). 

Figura 3. Representación cartográfica de la zona. Una falla transversal a los estratos divide al pueblo en dos sectores y atraviesa la dolina en la que se sitúa la cueva. Esta fractura de dirección NO-SE intersecta la estratificación de las Calizas de Barcaliente (orientación E-O), favoreciendo la infiltración de las aguas y la progresiva disolución


Junto a la cueva se sitúa el enigmático Cogullón. Una mole de roca que se erige vertical y está compuesta por los restos erosionados de una formación con un origen complejo: la Brecha del Porma. Situada entre las Formaciones Barcaliente y Valdeteja (Carbonífero), presenta un aspecto caótico que ha sido ligado según algunos investigadores a la actividad tectónica ocurrida durante la formación del orógeno Varisco, o al proceso de disolución de las evaporitas que contenía durante un proceso geológico denominado diagénesis, en el momento de su enterramiento (Figura 4).

Figura 4. El Cogullón, una mole de roca formada por la Brecha del Porma


El proceso de formación de la cueva podría haberse iniciado en el periodo Pérmico, pero no es hasta hace 1 millón de años, cuando se produjo el rápido avance y profundización del proceso de disolución de la caliza, también llamado karstificación. Este fenómeno se origina cuando la presencia de CO2 gaseoso disuelto en el agua reacciona con el carbonato cálcico de la caliza para formar bicarbonato cálcico muy soluble. Cuando la presencia de CO2 disminuye, se produce el efecto contrario, precipitando carbonato de calcio en forma de espeleotemas. Los espeleotemas son las formaciones de roca que se originan por precipitación del carbonato en el interior de la cueva, como las estalactitas (cielo-crecen en el techo) y estalagmitas (grano-crecen desde el suelo) (Figura 5).

Figura 5. Estalactitas, columnas, banderolas y cascadas forman algunos de los enigmático espeleotemas de la cueva de Valporquero



La cueva de Valporquero presenta 7 galerías visitables: Gran rotonda, una gran sala con 20 metros de altura; Pequeñas Maravillas, con espeleotemas famosos como la Virgen con el Niño; Hadas, con su cascada de 15 m de altura que accede al piso inferior de la cueva; el Cementerio estalactítico, lleno de restos de espeleotemas; Gran Vía, con una galería de 200 m de largo y 30 m de altura; la Columna solitaria y Maravillas llena de estalactitas con vistosos colores (Figuras 6 a 12).

Figura 6. La Gran Rotonda, una sala de 20 metros de altura se abre a la entrada de la cueva de Valporquero

Figura 7. Las "columnas gemelas" de la sala Pequeñas Maravillas

Figura 8. Cascada de la sala Hadas. Más de 15 m de caída hacia el abismo de Valporquero

Figura 9. El Cementerio Estalactítico repleto de espeleotemas fragmentados por antiguos movimientos sísmicos

Figura 10. La Gran Vía de Valporquero

Figura 11. La Columna solitaria, formada por la unión de una estalactita y una estalagmita

Figura 12. Estalactitas de la sala Maravillas


domingo, 9 de abril de 2017

Supererupciones en Valporquero

Hace 477 millones de años, durante el periodo Ordovícico, tuvo lugar una erupción volcánica de gran magnitud. Este episodio ocurrió en el fondo marino, que por aquel entonces ocupaba la provincia de León (Figura 1), muy próximo al continente Gondwana, situado al sur.


Figura 1. Paleogeografía del Ordovícico. La provincia de León se situaba bajo las aguas de un océano de aguas frías próximo al Polo Sur



Las erupciones que suceden en contacto con el agua, como las que se producen en el fondo de los océanos, son denominadas freatomagmáticas. Se trata de un tipo de erupción volcánica de gran explosividad que tiene lugar por la interacción del agua fría con el magma que sale del interior terrestre a gran temperatura, durante la fuerte contracción térmica que se produce al entrar ambos en contacto (Figura 2). 


Figura 2. Erupción freatomagmática submarina. El contacto del agua fría marina y la lava a alta temperatura produce una brusca contracción térmica causando una gran explosión


La explosión que se produce de forma súbita rompe la roca, por la que se abre camino el magma a su paso hacia la superficie terrestre, lanzando al aire ceniza y bloques de roca angulosos con diferentes tamaños, que en geología, son denominados tobas de piroclastos (Figura 3).

Figura 3. Toba de piroclástos, donde se observan los fragmentos de roca de tamaño variable y morfología angulosa. Foto/José María Toyos


El estruendo que causó esta erupción debió de ser suficiente para causar terremotos, cuyos restos forman unos sedimentos especiales llamados sismitas. La cantidad de material volcánico emitida por este volcán ha sido calculada en torno a 80.000 millones de toneladas de roca a la atmósfera con un volumen total que superaría los 60 km3. Una erupción mil veces más devastadora que la que asoló Pompella en el año 79 a.C. Sus cenizas cubrieron toda la provincia de León y llegaron a alcanzar grandes distancias, registrándose su presencia incluso hasta en la isla de Cerdeña (Figura 4).


Figura 4. Localización de las rocas volcánicas emitidas por el supervolcán y extensión alcanzada por los depósitos. La posición de la península ibérica con respecto al continente de Gondwana durante el periodo Ordovícico. Imagen/Gabriel Gutiérrez-Alonso


Este tipo de supererupciones se repite de forma cíclica con una frecuencia de entre 1.4 y 22 eventos cada millón de años. Los geólogos cuantifican las erupciones según una escala: el Índice de Explosividad Volcánica (IEV), que en el caso que nos ocupa alcanzaría un valor de 6 sobre 8. Entre las últimas supererupciones conocidas están las de Toba (IEV 8) y Tambora (IEV 7), ambas en Indonesia, que tuvieron lugar hace 74.000 y 202 años respectivamente. En Estados Unidos, otra supererupción se está gestando en la caldera del Parque Nacional de Yellowstone, cuyos efectos podrían ser devastadores para la humanidad (Figura 5).

Figura 5. Supervolcán de Yellowstone. Bajo el Parque Nacional de Yellowstone se sitúa una enorme cámara magmática de grandes dimensiones, capaz de cubrir de cenizas el continente norteamericano en caso de erupción


Los restos de la erupción ordovícica los encontramos en forma de una capa de ceniza volcánica, cuya alteración en contacto con los agentes atmosféricos dio lugar a una arcilla muy apreciada por sus propiedades: la bentonita potásica. Este mineral es usado en la industria del vino, en la elaboración de aromatizantes y lubricantes, como aditivo en las pinturas o para la eliminación de toxinas en los alimentos (Figura 6). 


Figura 6. La bentonita se utiliza en la industria vitivinícola para aclarar el vino y mejorarlo. Foto/Amazon.es


Para saber más:




jueves, 30 de marzo de 2017

martes, 28 de marzo de 2017

Las Hoces de Vegacervera y sus marmitas de gigante

Las Hoces de Vegacervera representan un paraje singular por sus dimensiones y espectacularidad. La acción del agua ha esculpido este profundo (> 500 m) y estrecho (15 m) cañón de en la roca caliza, en un proceso de disolución lento, pero continuo (Figura 1).

Figura 1. Las Hoces de Vegacervera forman un abrupto valle excavado, de 500 m de profundidad y 15 m de anchura sobre las formaciones geológicas carbonatadas del Carbonífero de Barcaliente y Valdeteja

Así como un terrón de azúcar se disuelve en una taza de café, la roca caliza que forma las Hoces ha sufrido la acción atmosférica, profundizando en un paisaje sinuoso por el que circula el río. El CO2 atmosférico se disuelve en el agua de lluvia y reacciona para formar ácido carbónico, éste último se disocia parcialmente dando lugar a iones bicarbonato que son muy solubles en el agua. Bajo estas condiciones, el agua altera su ph y disuelve la roca. El bicarbonato de calcio disuelto se infiltra así por las fracturas que afectan a todo el macizo de Vegacervera. Este proceso se repite de forma constante a lo largo del tiempo, aunque es durante los periodos húmedos cuando el proceso de disolución se hace más activo. Así, tras el último periodo frío, ocurrido hace más de 10.000 años, se aceleró el proceso de disolución hasta la actualidad (Figura 2).

Figura 2. Las cuevas marcan el nivel por el que desaguaban al río las aguas subterráneas en una época remota. La disolución de la caliza a través de grietas permitió el avance, lento pero continuo de la transformación del relieve

Poco a poco, el agua de lluvia que escurre por la roca va dejando su huella en forma de acanaladuras, también llamadas rillenkarren o lapiaces en geomorfología (Figura 3).

Figura 3. Los rillenkarren, lapiaz o acanaladuras que se observan en la caliza de Barcaliente a lo largo de las Hoces de Vegacervera son el resultado de la disolución producida por el escurrir del agua de lluvia sobre la roca. Estas pueden tener profundidades de milímetros o superar incluso varios centímetros 

Pero no todos los procesos que observamos a lo largo de las Hoces están relacionados con el proceso de disolución. Existen otros que tienen que ver con la fuerza del agua y la carga de sedimentos que incorpora, como rocas, arena, etc. Los bolos de roca y los cantos arrastrados por la fuerza del agua durante las crecidas invernales producen un efecto parecido al de una lija. La rápida velocidad con la que arrastra los cantos y su contacto con la roca, erosiona y pule la frágil roca caliza (más débil, cuando la comparamos con otras rocas sedimentarias siliciclásticas). La fuerza centrífuga hace girar en remolinos la corriente profundizando hasta horadar la roca. El proceso se hace más notorio en zonas donde se produce un cambio en la velocidad del flujo del agua, como fondos de cascadas, resaltes de avenida laterales, etc (Figura 4).

Figura 4. Fotografía aérea de las marmitas de gigante del río Torío (entrada a las Hoces de Vegacervera desde León). Un paisaje lleno de cráteres formados por la fuerza del agua y los cantos que pulen la roca caliza

Este proceso da lugar a los pilancones o marmitas de gigante, con tamaños diversos, algunos de los cuales mantienen en su interior la carga de fondo arrastrada por la corriente, testigos del proceso (Figura 5).


Figura 5. El tiempo pasa, pero la roca permanece bañada por el agua gélida y cristalina del Torío


lunes, 27 de marzo de 2017

Entre agua y roca

Las Hoces de Vegacervera, atravesadas por el río Torío, suponen un paraje de inigualable belleza labrado en la blanca roca caliza. Un tajo en la roca de 500 m de profundidad y tan solo 15 m de anchura, que se extiende a lo largo de más de 2 km entre Vegacervera y la localidad de Felmín. Descubre este paraje en el próximo Geolodía León 17 que tendrá lugar el 7 de mayo.


domingo, 26 de marzo de 2017

Una breve historia de Valporquero

Ubicado a 1.370 m de altitud y a tan solo 50 km de la capital leonesa, se erige sobre la blanca peña de caliza, Valporquero. Su origen se remonta a la época romana, cuando piaras de cerdos eran criadas en todo el valle (de ahí su nombre latino, Vallis Porcarius), aunque muy probablemente, ya en la edad de piedra, los primeros moradores rondarían estas tierras. Así lo confirman los restos humanos de Valdelugeros (el Hombre Mesolítico de La Braña fue hallado hace unos años en una cueva de la zona) y el utillaje pétreo encontrados en la vecina Cármenes (Figura 1).


Figura 1. Valporquero de Torío en la actualidad

También es significativo el nombre Astur del que procede el río Torío, en honor al Dios Thor Celta. No fue, sin embargo, hasta bien entrado el siglo XIII cuando se documenta la aldea de Valporquero. Allí se ubica la cueva apodada en aquel entonces “Gruta del Diablo”, porque en tiempos se tragaba las viviendas y el ganado con la fuerza de las riadas (Figura 2).


Figura 2. Valporquero a principios del Siglo XX. Imagen tomada de Tomé et al. (2016)


La historia de este valle no se detuvo hasta bien entrado el siglo XX, cuando la cueva se hace visible para la sociedad. Gracias a Isidro González, vecino del pueblo e hijo del maestro Diego González, el devenir de la cueva cambió de rumbo en torno a su promoción y su defensa (Figura 3). En esas primeras incursiones realizadas por los jóvenes del pueblo, retamas en llamas sirvieron para abrirse paso en los primeros metros de galerías. Durante la Guerra Civil española, la cueva fue hogar puntual en los bombardeos aéreos a cargo del ejército de Franco. Allí se refugiaban sus vecinos y algún que otro maqui huido.


Figura 3. La familia González, primeros exploradores de la cueva de Valporquero en época reciente. Imagen tomada de Tomé et al. (2016)


A partir de mediados del siglo pasado, el interés por conocer en detalle la cueva llevó a su exploración. Así surgió el equipo espeleológico del Grupo Peñalba, del Casino de León, creado en 1953 por Fernando Alonso Burón y al que acompañaban en las expediciones el alemán Felipe Frick y Teófilo Alonso. Felipe, poco antes de su muerte, hace tan sólo unos años, guardaba con cariño el plano detallado de la cueva que realizó con el Grupo.


Figura 4. El alemán Felipe Frick, miembro del grupo espeleológico leonés, poco antes de su fallecimiento. Foto/ Juan Carlos Brugos

A finales de los años 50, ante algunos destrozos ocurridos en el interior por actos vandálicos, se fundó el Patronato de las Cuevas de Valporquero, con fondos de la Diputación. Se cerraban así los accesos a la cueva y se adecuaba su interior para la posterior apertura con fines turísticos. El 20 de agosto de 1961 se produjo uno de los logros más importantes de la espeleología leonesa: se enlazó la Gran Cascada con el sifón de la Covona, por donde desagua la cueva. La expedición duró 12 h y supuso el inicio de los nuevos hallazgos que estaban por venir. El interés por la cueva era tal que incluso los geólogos de la Complutense de Madrid incluyeron un número sobre Valporquero en la revista GEA (que contaba por aquel entonces con 50.000 lectores de más de 30 países) y donde se daban a conocer los nuevos descubrimientos realizados.

En 1955 la cueva fue iluminada y en 1966 se abrió al público (el año pasado se cumpliá el 50 aniversario de su apertura). Pero los hallazgos no dejaron de sucederse y el 10 de agosto de 1967, Carlos Ruiz y Santiago Portas descubrieron el único acceso vertical que tiene la cueva: la sima de las Perlas.


Figura 5. Interior de la cueva de Valporquero donde se pueden observar coladas y columnas de gran majestuosidad

La historia reciente de la cueva de Valporquero la cuentan las películas. Son numerosos los rodajes que se han llevado a cabo en el entorno e interior de la misma. En 1976 se filmó “Viaje al centro de la tierra”, basada en la genial novela de Julio Verne. Otros títulos, como Estirpe de Dioses o Mundo subterráneo, esta última con interés didáctico y ecológico, iniciaron el salto de la cueva a la gran pantalla. En la década de los 80 algunas de sus galerías ilustraban una nueva versión del libro de El Quijote, de la Editorial Naranco, y unos años más tarde, se filmaría una escena de la Serie de Televisión Española El Quijote: la cueva de Montesinos. En la memoria quedan aquellos intrépidos aventureros, los vecinos de Valporquero que, a principio de Siglo XX, se adentraban en la cueva con una cuerda y una antorcha de brezo con la ilusión de llegar hasta sus profundidades más remotas (Figura 6).

Figura 6. Vecinos de Valporquero a la entrada de la cueva a principios del Siglo XX. Imagen tomada de Tomé et al. (2016).


En el año 2005, la zona que incluye el entorno de la cueva fue declarada Reserva de la Biosfera de los Argüellos por la Unesco. Hoy configura un paisaje único, cambiante con cada estación, y lleno de magia, que invita a ser visitado (Figura 7).


Figura 7. El paisaje de Valporquero se vuelve mágico con cada estación del año


REFERENCIAS
Tomé, J., Ares, A., Vergara, S., Fernández, F., Muñiz, P, Fernández-Lozano, J., Peña, M. y Pérez, S. (2016). Valporquero 1966-2016. Diputación de León. León, 220pp.

AGRADECIMIENTOS
Agradecemos a los guías de la cueva de Valporquero y en especial a Juan Carlos Brugos por toda la información que nos han proporcionado relativa a la historia de Valporquero y de sus primeros descubridores.