Las Hoces de
Vegacervera representan un paraje singular por sus dimensiones y
espectacularidad. La acción del agua ha esculpido este profundo (> 500 m) y
estrecho (15 m) cañón de en la roca caliza, en un proceso de disolución lento, pero
continuo (Figura 1).
Figura 1. Las Hoces de Vegacervera forman un abrupto valle excavado, de 500 m de profundidad y 15 m de anchura sobre las formaciones geológicas carbonatadas del Carbonífero de Barcaliente y Valdeteja
Así como un terrón
de azúcar se disuelve en una taza de café, la roca caliza que forma las Hoces
ha sufrido la acción atmosférica, profundizando en un paisaje sinuoso por el
que circula el río. El CO2 atmosférico se disuelve en el agua de
lluvia y reacciona para formar ácido carbónico, éste último se disocia
parcialmente dando lugar a iones bicarbonato que son muy solubles en el agua. Bajo
estas condiciones, el agua altera su ph y disuelve la roca. El bicarbonato de
calcio disuelto se infiltra así por las fracturas que afectan a todo el macizo
de Vegacervera. Este proceso se repite de forma constante a lo largo del tiempo,
aunque es durante los periodos húmedos cuando el proceso de disolución se hace
más activo. Así, tras el último periodo frío, ocurrido hace más de 10.000 años,
se aceleró el proceso de disolución hasta la actualidad (Figura 2).
Figura 2. Las cuevas marcan el nivel por el que desaguaban al río las aguas subterráneas en una época remota. La disolución de la caliza a través de grietas permitió el avance, lento pero continuo de la transformación del relieve
Poco a poco, el
agua de lluvia que escurre por la roca va dejando su huella en forma de
acanaladuras, también llamadas rillenkarren o lapiaces en geomorfología (Figura 3).
Figura 3. Los rillenkarren, lapiaz o acanaladuras que se observan en la caliza de Barcaliente a lo largo de las Hoces de Vegacervera son el resultado de la disolución producida por el escurrir del agua de lluvia sobre la roca. Estas pueden tener profundidades de milímetros o superar incluso varios centímetros
Pero no todos los
procesos que observamos a lo largo de las Hoces están relacionados con el
proceso de disolución. Existen otros que tienen que ver con la fuerza del agua
y la carga de sedimentos que incorpora, como rocas, arena, etc. Los bolos de
roca y los cantos arrastrados por la fuerza del agua durante las crecidas
invernales producen un efecto parecido al de una lija. La rápida velocidad con
la que arrastra los cantos y su contacto con la roca, erosiona y pule la frágil
roca caliza (más débil, cuando la comparamos con otras rocas sedimentarias
siliciclásticas). La fuerza centrífuga hace girar en remolinos la corriente
profundizando hasta horadar la roca. El proceso se hace más notorio en zonas
donde se produce un cambio en la velocidad del flujo del agua, como fondos de
cascadas, resaltes de avenida laterales, etc (Figura 4).
Figura 4. Fotografía aérea de las marmitas de gigante del río Torío (entrada a las Hoces de Vegacervera desde León). Un paisaje lleno de cráteres formados por la fuerza del agua y los cantos que pulen la roca caliza
Este proceso da
lugar a los pilancones o marmitas de gigante, con tamaños diversos, algunos de
los cuales mantienen en su interior la carga de fondo arrastrada por la
corriente, testigos del proceso (Figura 5).
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